Queridos hijos, trabajad con alegría y arduamente en vuestra conversión. Ofreced todas vuestras alegrías y tristezas a mi Corazón Inmaculado para que os pueda conducir a todos a mi Hijo bien amado, de modo que en Su Corazón encontréis la alegría. Estoy con vosotros para enseñaros y conduciros a la eternidad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!