¡Queridos hijos! Me alegro con vosotros y os invito a a la oración. Hijos míos, orad por mi intención. Vuestras oraciones me son necesarias, a través de ellas deseo acercaros aún más a Dios. Él es vuestra salvación. Dios me envía a ayudaros y a guiaros al Paraíso que es vuestra meta. Por eso, hijos míos, orad, orad, orad. Gracias por haber respondido a mi llamada.