Queridos Hijos, en este tiempo de gracia, os invito a todos a renovar la oración en vuestras familias. Preparaos con alegría para la venida de Jesús. Hijos míos, que vuestros corazones sean puros y acogedores, para que el amor y el calor comiencen a fluir a través de vosotros, en cada corazón que está lejos de Su amor. Hijos míos, sed mis manos extendidas, manos de amor para todos aquellos que se han perdido, que ya no tienen fe ni esperanza. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!