Queridos hijos, hoy, cuando celebráis al Cristo Rey de todo lo creado, deseo que Él sea el Rey de vuestras vidas. Solamente a través de la entrega, hijos míos, podéis comprender el don del sacrificio de Jesús en la cruz por cada uno de vosotros. Hijos míos, dedicad tiempo a Dios para que Él os transforme y os llene con su gracia, de tal manera que vosotros seáis gracia para los demás. Yo soy para vosotros, hijos míos, un don de gracia del amor que proviene de Dios para este mundo sin paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!