Queridos hijos, también hoy os invito: orad, orad, orad hasta que la oración se convierta en vida para vosotros. Hijos míos, en este tiempo, de manera especial, oro ante Dios para que los dé el don de la fe. Sólo en la fe descubriréis el gozo del don de la vida, que Dios los ha dado. Vuestro corazón sentirá gozo al pensar en la eternidad. Yo estoy con vosotros y os amo con tierno amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!