“Queridos hijos, en este tiempo inquieto os invito a tener más confianza en Dios, que es vuestro Padre que está en los Cielos y que me ha enviado para coduciros a Él. Vosotros, abrid vuestros corazones a los dones que Él desea daros, y en el silencio del corazón adorad a mi Hijo Jesús, que ha dado su vida para que viváis en la eternidad, a donde quiere conduciros. Que vuestra esperanza sea la alegría del encuentro con el Altísimo en la vida diaria. Por eso os invito: no descuidéis la oración porque la oración hace milagros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”