¡Queridos hijos! Este es un tiempo de gracia. Así como la naturaleza se renueva para una vida nueva, también vosotros estáis llamados a la conversión. Decidíos por Dios. Hijos míos, vosotros estáis vacíos y no tenéis alegría, porque no tenéis a Dios. Por eso orad hasta que la oración se convierta en vida para vosotros. Buscad en la naturaleza a Dios que os creó, porque la naturaleza habla y lucha por la vida, y no por la muerte. Las guerras reinan en los corazones y en los pueblos, porque vosotros no tenéis paz y no veis, hijos míos, al hermano en vuestro prójimo. Por eso regresad a Dios y a la oración. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!