Queridos hijos, o quiero agradecer de corazón vuestras renuncias cuaresmales. Deseo animaros para que continuéis viviendo el ayuno con un corazón abierto. Hijos míos, con el ayuno y la renuncia, seréis más fuertes en la fe. A través de la oración diaria, encontrareis en Dios la verdadera paz. Yo estoy con vosotros y no estoy cansada. Deseo llevaros a todos conmigo al Paraíso, por eso, decidíos cada día por la santidad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!