Queridos hijos, hoy, también me alegro por vuestra presencia aquí. Os bendigo con mi bendición maternal e intercedo ante Dios por cada uno de vosotros. Os llamo de nuevo a vivir mis mensajes y a ponerlos en práctica en vuestras vidas. Estoy con vosotros y os bendigo a todos día a día. Queridos hijos, éstos son tiempos especiales y por eso, estoy con vosotros para amaros y proteger vuestros corazones de Satanás y llevaros a todos más cerca del Corazón de Jesús, mi Hijo. Gracias por haber respondido a mi llamada.