¡Queridos hijos! En este tiempo, en que pensáis en el descanso del cuerpo, yo os llamo a la conversión. Orad y trabajad de modo que vuestro corazón anhele a Dios Creador, que es el verdadero reposo de vuestra alma y de vuestro cuerpo. Que Él os muestre su rostro y os conceda su paz. Yo estoy con vosotros e intercedo ante Dios por cada uno de vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!