Queridos hijos, también hoy os invito a orar y ayunar por la paz. Como ya os he dicho, y os lo repito también ahora, hijos míos, sólo con la oración y el ayuno incluso las guerras pueden ser detenidas. La paz es un don precioso de Dios. Buscad, orad y la recibiréis. Hablad de la paz y llevad la paz en vuestros corazones. Cuidadla como una flor que necesita agua, ternura y luz. Sed vosotros quienes llevéis la paz a los demás. Estoy con vosotros e intercedo por todos. Gracias por haber respondido a mi llamada.