Queridos hijos: También hoy os invito a la oración. Que vuestra oración se haga tan fuerte como piedra viva, hasta que con vuestras vidas os convirtáis en testigos. Testimoniad la belleza de vuestra fe. Yo estoy con vosotros e intercedo ante mi Hijo por cada uno de vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!