¡Queridos hijos! Con gran alegría, también hoy, deseo nuevamente invitaros: orad, orad, orad. Que este tiempo sea para vosotros tiempo de oración personal. Durante el día buscad un lugar donde, en recogimiento, podáis orar con alegría. Yo os amo y os bendigo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!