¡Queridos hijos! Hoy os invito a la oración. Que la oración sea la vida para vosotros. Una familia no puede decir que está en paz si no reza. Por eso, que vuestra mañana comience con una oración matutina y la tarde termine con una acción de gracias. Hijos míos, estoy con vosotros, os amo y os bendigo, y deseo que cada uno de vosotros esté en mis brazos pero no podréis estar en ellos si no estáis dispuestos a rezar cada día. Gracias por haber respondido a mi llamada.