“Queridos hijos, Dios desea haceros santos, y por eso os invita a través de mí al abandono total. ¡Que la Santa Misa sea para vosotros la vida! Daos cuenta que la Iglesia es la Casa de Dios, el lugar donde os reúno y deseo mostraros el camino que conduce a Dios. ¡Venid y orad! No estéis mirando a los otros y criticándolos. Que vuestras vidas sean, en cambio, un testimonio en el camino de la santidad. Las iglesias son dignas de respeto y consagradas porque Dios -que se hizo hombre- vive en ellas día y noche. Por lo tanto, hijos míos, creed y orad para que el Padre os acreciente la fe, y luego pedid lo que necesitéis. Estoy con vosotros y me regocijo por vuestras conversiones. Os protejo con mi manto materno. Gracias por haber respondido a mi llamada”