Queridos hijos, estoy llena de alegría por todos los que os encontráis en el camino de la santidad, y os ruego que ayudéis con vuestros testimonios a todos los que no saben vivir en santidad. Por eso, queridos hijos, que vuestras familias sean el lugar donde nazca la santidad. Ayudad a que todos vivan la santidad, especialmente en vuestras familias. Gracias por haber respondido a mi llamada.