Queridos hijos, ya os he dicho que os he escogido de manera especial tal como sois. Yo soy la Madre que os ama a todos. Y en los momentos en los que las cosas se pongan difíciles, no temáis, porque yo os amo aún cuando estáis lejos de mí y de mi Hijo. Os ruego que no permitáis que mi Corazón llore lágrimas de sangre a causa de las almas que se pierden en el pecado. Por eso, queridos hijos, orad, orad. Gracias por haber respondido a mi llamada.