Queridos hijos, hoy deseo daros mi amor. Vosotros no sabéis, queridos hijos, cuán grande es mi amor, y no sabéis acogerlo. De diversas maneras os lo quiero manifestar, pero vosotros, queridos hijos, no lo reconocéis. Vosotros no comprendéis mis palabras con el corazón y, por eso, tampoco entendéis mi amor. Queridos hijos, aceptadme en vuestras vidas y así podréis aceptar todo lo que os digo y todo aquello a lo que os invito. Gracias por haber respondido a mi llamada.