Queridos hijos, hoy también quiero invitaros a que viváis los mensajes en la parroquia. Quiero invitar particularmente a los jóvenes de esta parroquia que me es tan querida. Queridos hijos, si vivís los mensajes viviréis también la semilla de la santidad. Como vuestra Madre, deseo llamaros a todos a la santidad para que podáis transmitirla a los otros. Vosotros sois un espejo para los demás. Gracias por haber respondido a mi llamada.