Queridos hijos, también hoy, mirandoos con el corazón lleno de amor, deseo deciros que lo que buscáis insistentemente, lo que anheláis, hijos míos, está ante vosotros. Basta con que, con un corazón purificado, pongáis a mi Hijo en primer lugar, y entonces podréis ver. Escuchadme y permitidme conduciros maternalmente a ello.