¡Queridos hijos! Todo este tiempo en que Dios, de manera especial, me ha permitido estar con vosotros, deseo guiaros por el camino que conduce a Jesús y a vuestra salvación. Hijitos míos, solamente en Dios pueden encontrar la salvación, y por eso, especialmente en este día de gracia, con el Niño Jesús en brazos, os invito a que permitáis a que Jesús nazca en vuestros corazones. Solamente con Jesús en el corazón podéis emprender el camino de la salvación y de la vida eterna. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!