“¡Queridos hijos! Hoy os traigo a mi Hijo Jesús para que Él os dé su paz. Hijos míos, sin paz no tenéis futuro ni bendición, por lo tanto, regresad a la oración porque el fruto de la oración es la alegría y la fe, sin las cuales no podéis vivir. La bendición que hoy os damos, llevadla a vuestras familias y enriqueced a todos con quienes os encontráis, para que puedan sentir la gracia que vosotros recibís. ¡Gracias por haber respondido mi llamada!”.