Nació en Mostar en 1989, hizo la escuela primaria y secundaria en Široki Brijeg, donde creció como el sexto y más pequeño hijo, de lo que el mismo llamó “una familia común y corriente“. En la que nos contaba que se cultivaba un “espíritu de piedad y oración“ y todos tenían su participación en la vida parroquial.
De niño asistió a la escuela de música y le gustaba cantar en los coros parroquiales, a la vez que también era monaguillo. Vemos que toda su vida desde pequeño fue estar cerca del altar y de los franciscanos. Con el paso del tiempo se licenció en la Facultad Católica de Teología de la Universidad de Zagreb en 2016, fue ordenado diácono el 26 de febrero de 2017, también en Zagreb, y sacerdote en Mostar, el 25 de junio de 2017.
Fray Zvonimir abrió su corazón y dio un testimonio bello y profundo. Testimonio que nos permite adentrarnos un poco más en la vida del jóven fraile. El mismo que desde hace varios años los peregrinos ven en el altar, en la iglesia, en las catequesis, o mientras canta. Si hemos estado en Medjugorje alguna vez, su rostro nos es familiar, pero muchos ni siquiera saben su nombre. Por un lado, ese es un testimonio en sí, porque los sacerdotes de Medjugorje siempre actuaron en lo escondido, haciéndose pequeños para que Jesús y María estuvieran siempre en el primer plano.
- ¿Quién es fray Zvonimir?
Fray Zvonimir Pavičić es religioso y sacerdote. Miembro de la Provincia Franciscana Herzegovina de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María.
- ¿Cómo surge la llamada al sacerdocio? ¿Qué acontecimiento o circunstancia fue el punto de inflexión en tu decisión?
Creo que la clave era el ambiente en mi hogar. Todos los días rezábamos Laudes y Vísperas del breviario, y después de las Vísperas, el Santo Rosario también. Nunca lo saltamos. Creo que, en tal ambiente de oración, creció dentro de mí la llamada a la vida religiosa y al sacerdocio. Así que pienso que la llamada fue creciendo en mí desde el mismo vientre materno y más tarde en el seno de mi familia. Creo que el punto de inflexión fue cuando me mude a Split para estudiar ingeniería eléctrica. Allí vivía separado de mi familia. Y había que empezar una vida de oración individual. Y en ese año, separado de mi familia, todavía rezaba el breviario y el Rosario todos los días, leía lecturas diarias, (creo que era el único estudiante que tenía el calendario litúrgico y la Biblia en mi cuarto), y participaba de la Eucaristía casi todos los días. Ahí empecé a sentir la llamada más claramente y en mi interior sentí que Dios me llamaba a la vida religiosa.
- ¿Quién te ayudó a discernir? ¿Y quién en la familia te apoyó más en tu decisión?
Diálogos con los sacerdotes, especialmente con los franciscanos que conocí a través de la JUFRA, me ayudaron a discernir la llamada. Todos me apoyaron. Ya he mencionado que crecí en una familia donde se rezaba y donde todos participábamos activamente en la vida de la parroquia. Así conocí a San Francisco y me empapé del espíritu franciscano. Creo que fue una elección lógica. Cuando decidí ser religioso, los franciscanos eran lo único que tenía en la mente.
- ¿Tenías dudas o miedos? Si es así, ¿quién te ayudó a superarlos?
Tuve mucho miedo y dudas al principio. No podía dormir tranquilo, hasta que decidí probarlo. Y al tomar la decisión todas las dudas y miedos desaparecieron, y ya dormía mejor. (Sonríe)
- ¿Había sacerdotes o religiosos en tu familia? ¿Quién fue tu mejor modelo a seguir?
Sé que uno de los primos de mi abuela era franciscano. Pero era un pariente muy lejano. Bueno, mi mejor modelo a seguir es San Francisco. (Sonríe)
- Como sacerdote, ¿dónde es que más te gusta servir? ¿Cuál es tu parte favorita de la pastoral?
Me gusta trabajar con la gente. Desde hace 4 años doy clases de religión en los colegios y disfruto mucho de ese servicio. Una vez quería ser profesor de matemáticas. Y finalmente he llegado a ser profesor, pero de religión. Me gusta cantar y tocar, especialmente la música litúrgica. Así que me gusta cuando tengo la oportunidad de dirigir un coro o cantar y tocar en la misa; o enseñar a los demás a cantar. Me gusta dar catequesis. Y en Medjugorje, sentí el amor por la confesión.
- En Medjugorje estas desde el año 2017, cuando todavía eras diácono. ¿Qué significa para ti vivir y servir en Medjugorje?
Así es. Medjugorje es mi primera parroquia. Cuando llegué aquí, pensé que sería demasiado difícil para mí y que no podría hacerlo. Pero según pasaban los días, cada vez era más fácil para mí y me gustaba cada vez más el hecho de estar en Medjugorje y servir aquí como sacerdote. Confesar tanto, celebrar la Eucaristía, participar de diferentes devociones, conocer gente de todo el mundo. Es una gracia el poder servir como sacerdote en un lugar de peregrinación. He estado relacionado con Medjugorje desde pequeño, porque vivía a tan sólo 30 minutos en coche de Medjugorje. Así que estoy muy agradecido a Dios por haberme puesto aquí en el ministerio. Vivir y servir en Medjugorje para mí significa impartir la gracia de Dios a los demás.
- ¿Cómo es un día tuyo en la comunidad?
Nos levantamos temprano y rezamos la Liturgia de las Horas. Luego celebramos la Eucaristía. Y después siguen el desayuno, el trabajo (en el colegio), y otros deberes hasta el Santo Rosario cuando empezamos a confesar. Acolito durante la Misa y la Comunión, y casi siempre después de la Santa Misa me toca dirigir alguna de las oraciones o devociones (Adoración, Veneración de la Cruz, Rosario…) Por las noches, comparto con los hermanos de la comunidad y vamos a descansar.
- Realmente cantas y tocas con el corazón, y mucha gente te escucha con alegría. ¿Desde cuándo te dedicas a la música religiosa? ¿Cuéntanos sobre tu don y cómo te ayuda en la evangelización?
Es que corre en la familia. Todos fuimos a la escuela de música y desde la infancia éramos “musicalmente alfabetizados” y a todos nos encantaba cantar y tocar. Así que ahí empezó todo. En la familia. En la Juventud Franciscana, durante la escuela secundaria, tocaba en la misa y dirigía el coro juvenil. Y cuando entré en la orden franciscana, empecé a trabajar más seriamente en ese campo. En la facultad, como asignaturas optativas escogía las del Instituto de Música Eclesiástica y así me fui perfeccionando en el canto, interpretación, dirección, canto gregoriano. Y simplemente amé la liturgia y la música litúrgica.
He reconocido que como religioso debo cultivar la música litúrgica y tratar de transmitir a los demás su belleza. Este don me ayuda mucho a evangelizar porque trabajo con los jóvenes y luego, a través del canto y de los ensayos, siempre puedo decirles algo acerca de la Eucaristía, de Dios, de la espiritualidad. Y ciertamente puedo mostrarles con el propio ejemplo lo hermoso que es ser sacerdote y religioso.
Hasta aquí las respuestas de fray Zvonimir, quién con simpleza franciscana, nos ha hablado de manera profunda en su testimonio. Nos parece oportuno culminar esta entrevista con la canción “Attende Domine”, donde este jóven sacerdote de Medjugorje nos lleva a contemplar y orar. Se puede visitar su canal de YouTube y seguir disfrutando de este don maravilloso de la música, que él pone al servicio de la evangelización.