El testimonio fue largo y emotivo, con esos momentos de humor que introduce Patrick con su forma tan vehemente de expresarse, y tan diferente de la serenidad y suavidad de Nancy. Hubo entre el público mucha emoción, contenida en su mayor parte, y en algunos casos se vieron lágrimas. La traducción del P. Roel fue perfecta; clara y precisa, con la espontaneidad y gracia que le caracteriza. Después, la Santa Misa continuó en el mismo ambiente de recogimiento, y la Adoración al Santísimo supuso el colofón final a una intensa jornada de oración. Nos consta que muchas personas salieron profundamente conmovidas y, lo que es aún mejor, con el firme propósito de visitar a la Virgen en Medjugorje.
Al final, ya cerradas las puertas de la Iglesia, tuvo lugar dentro un encuentro muy entrañable con nuestros invitados, y un regalo de agradecimiento por su visita y testimonio: una imagen del altar de la Iglesia, donde Nuestra Señora de El Carmen aparece flanqueada por Santa Teresa de Jesús y San Agustín. Sabemos que les encantó por su especial significado para ellos.
Agradecemos inmensamente a Santi por traernos un "trocito" de Medjugorje, y a él y al P. Roel y al P. Cruz por su colaboración en sacar adelante "nuestra" Adoración Eucarística, que los jueves celebramos en esta pequeña Iglesia de El Carmen. Por nuestra parte, allí estábamos los asiduos: el P. Cesáreo y el P. Lauro, que nos ceden generosamente la iglesia, el P. Mario, que acude puntualmente desde Cantabria, el P. Iñigo, uno de nuestros incondicionales, y luego el resto del equipo que organizamos este pequeño montaje: Rafa, Juan, Paz, Almudena y Natalia, que de una forma u otra hemos vivido Medjugorje.