Medjugorje – Virgen de Medjugorje

Reflexión del Padre Gustavo Jamut al Mensaje del 25 de septiembre de 2025

«¡Queridos hijos!

Que este tiempo sea un tiempo de oración por la paz.

¡Gracias por haber respondido a mi llamado!».

Queridos hermanos: ¡Reciban hoy y siempre la paz y la alegría de Jesús y de María!

1° Reflexión: Sencillez.

A quienes cada mes esperamos con gran ánimo las palabras de Nuestra Madre para leerlas, meditarlas y tratar de ponerlas en práctica, seguramente nos ha sorprendido lo breve del mensaje de este mes de septiembre.  Esta brevedad nos invita a preguntarnos cuál podría ser el motivo.

La primera respuesta la encontré a través de un hermano de mi comunidad que simplemente dijo: “Sencillo como Ella”.

 Con la fuerza de su ejemplo, más que con sus palabras, la Virgen nos está predicando  la sencillez y la auténtica humildad que debe irradiar del corazón, el pensamiento y todas las dimensiones de la vida de cada bautizado.

Efectivamente, ya en otros mensajes la Reina de la Paz nos había hablado de la importancia de mortificar el propio “ego”, para que pueda desarrollarse en nosotros la verdadera sencillez. La misma que hace que nuestros corazones sean cada vez más parecidos al suyo y al de su Hijo Jesús.

 “Sólo con la oración, podrán también ustedes llegar a ser verdaderos apóstoles de la fe, al vivir en sencillez y oración la fe que es un don” (del mensaje del 25 de marzo de 1997).

“Queridos hijos, los invito a que acojan mis palabras con sencillez de corazón, que como Madre les digo para que emprendan el camino de la luz plena” (del Mensaje, 2 de junio de 2018).

2° Reflexión: Silencio fecundo.

Un segundo motivo de la brevedad de su mensaje podría ser porque cuando hay demasiadas palabras en ocasiones hay poca concreción de lo que se quiere decir, e incluso se corre el peligro de pecar. De aquí que el Señor nos recuerda: “Donde abundan las palabras nunca falta el pecado, el que refrena sus labios es un hombre precavido” (Proverbios 10:19).

Puede sucedernos que al leer los mensajes, nos gusten y hasta nos emocionen. Sin embargo, en lo cotidiano, los olvidamos y no trabajamos nuestro interior para llevarlos a la vida concreta en todos los ambientes y en la relación con todas las personas. Esta es una verdad que entristece el corazón de Nuestra Madre, quien nos recuerda: “¡Queridos hijos! En estos días, Yo los he invitado a orar, a vivir lo que Yo les estoy diciendo, pero ustedes viven mis mensajes muy poco. Ustedes hablan, pero no los viven” (del Mensaje, 25 de octubre de 1993).

Para un tiempo de meditación personal

A partir de estas primeras reflexiones, podemos disponernos a orar. Para ello, es importante primero buscar un tiempo y un lugar, luego invocar la ayuda del Espíritu Santo, y preguntarle a Dios:

3° Reflexión: Nuestra necesidad de amor

“Queridos hijos”

Al inicio de cada Mensaje, la Virgen María nos llama: “queridos hijos”. Esta es una forma de indicar su cercanía maternal, afectuosa y constante, hacia los fieles.

Ella nos ama con tal intensidad que nos cuesta imaginar la intensidad de su amor y su preocupación por nosotros. Por eso, en repetidas ocasiones, nos ha dicho: “Si ustedes supieran cuánto los amo llorarían de alegría” (del Mensaje del 18 de marzo de 2009, en la Aparición anual a Mirjana Soldo).

Ya en el mes anterior Ella reafirmaba ese amor por nosotros, y como una invitación a poner en práctica sus enseñanzas, nos decía: «¡Queridos hijos, hijitos míos, amados míos! Ustedes son elegidos porque han respondido, han puesto en práctica mis indicaciones y aman a Dios sobre todas las cosas. Por eso, hijitos, oren con todo el corazón para que se realicen mis palabras. Ayunen, hagan sacrificios, amen por amor a Dios que los ha creado y sean, hijitos, mis manos extendidas a este mundo que no ha conocido al Dios del amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»(Mensaje del 25 de agosto de 2025).

Las carencias afectivas y el amor materno están profundamente entrelazados en la historia emocional de cada persona. Cuando falta el amor materno -ya sea por ausencia física, emocional o por heridas en la relación- se genera una huella a nivel inconsciente que puede influir en cómo nos vinculamos, nos sentimos amados, nos amamos a nosotros mismos y amamos y tratamos a los demás.

Dios y la Virgen María lo saben y conocen nuestro mundo interior mejor de lo que nosotros mismos lo conocemos. De aquí que, a pesar de nuestros errores o en la terquedad para reconocer nuestras faltas, Ella continúa hablándonos con amor e invitándonos a vivir sus mensajes, dejándonos amar por Dios y amándonos los unos a los otros como Jesús nos ha enseñado.

Para un tiempo de meditación personal.

4° Reflexión: “Tiempo de oración por la paz”

La Madre Santísima nos invita a dedicar el presente momento a la oración, especialmente por la paz. Este es un tema recurrente en los mensajes de Medjugorje. Algunas personas podrían llegar a pensar que este es el núcleo principal del breve mensaje de la Gospa. Sin embargo, la auténtica paz se apoya en llevar a la vida todo lo reflexionado anteriormente.

El Señor y su Madre nos piden orar por la paz en Medio Oriente, en Ucrania, en aquellos lugares donde los cristianos son perseguidos y asesinados; pero sobre todo nos pide orar por la paz en nuestros corazones. Si no nos movemos en la paz que procede de la voluntad de Dios, entonces nuestra oración pierde intensidad.

En Juan 14:27 Jesús nos dice a sus discípulos: “Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo”.Nos ofrece así una paz diferente a la que da el mundo, que implica la purificación del pensamiento superficial o mundano con el que pudimos haber crecido, a causa de ciertas estructuras familiares o sociales. Por eso, para alcanzar la verdadera paz de corazón debemos acoger el pedido que Jesús hizo a Nicodemo: “Ustedes tienen que renacer de lo alto” (Juan 3:7).

Este es un tiempo de gracia, tiempo de bendiciones especiales, a pesar de las tormentas que amenazan nuestra esperanza y confianza en el obrar de Dios. Nunca olvidemos que, si las olas son grandes y si las tormentas de la vida se presentan amenazadoras, entonces es una confirmación de que vamos por el buen camino. Porque Satanás quiere impedir que se sigan derramando bendiciones sobre los hombres y mujeres de buena voluntad.

Por lo tanto, así como Pedro pudo caminar sobre las aguas y las olas en medio de la tormenta mientras mantuvo su mirada fija en los ojos de Jesús, también nosotros mantengamos puesta nuestra mirada en su Corazón y el de su Madre, buscando la transformación permanente de nuestros corazones y en todo su voluntad: “Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús”(Filipenses 4:7). Amén.

Padre Gustavo E. Jamut, omv

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