Medjugorje – Virgen de Medjugorje

Reflexión del mensaje del 25 de julio de 2025

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Meditación en base al mensaje del 25 de Julio: Caminando hacia la santidad en tiempos de lucha

“¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia, en que el Altísimo me permite amarlos y guiarlos por el camino de la santidad, Satanás quiere enmarañarlos con la cuerda del desasosiego y del odio. No permitan que prevalezca, sino luchen, hijitos, por la santidad de cada vida humana. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”.

Hoy quiero invitarte a entrar al santuario de tu corazón, no solo para leer el mensaje o una reflexión, sino también meditar y gustar algunas de las palabras de la Virgen.

Puede ayudarte el contemplar con los ojos de la memoria o de la imaginación, algún lugar de Medjugorje, siguiendo los pasos de meditación y contemplación que sugiere San Ignacio de Loyola cuando invita a utilizar las potencias del alma (memoria, imaginación y voluntad).

Imagina estar en uno de los lugares de Medjugorje que más te atrae, y que te invita a tener un encuentro de intimidad con Nuestra Señora. Puede ser la Cruz Azul, uno de los montes, o algún espacio de la parroquia…

Respira lenta y profundamente, recordando como en ciertas épocas del año el aroma de los viñedos o de los robles invita a alabar al creador… A su vez pídele al Espíritu Santo inhalar la paz de los lugares impregnados de la oración de tantos peregrinos…, y luego al exhalar echa fuera de ti el ruido del mundo y todo lo que te inquieta.

  1. Reconocimiento del tiempo de gracia: “En este tiempo de gracia”.

Este momento que vives no es casualidad. Es un regalo del Altísimo, un tiempo en que se abren puertas invisibles para crecer espiritualmente.

Reconoce que estás siendo amado y guiado por una presencia maternal de la Virgen María que desea lo mejor para ti: tu santidad.

Ahora puedes preguntarte:

  1. Alerta ante el desasosiego y el odio: “Satanás quiere enmarañarlos con la cuerda del desasosiego y del odio”.

En muchos de sus mensajes la Reina de la Paz nos habla del corazón… Por lo cual ahora entra al santuario de tu corazón, donde habita el Espíritu de Dios.

Puedes poner una mano sobre tu pecho… escucharlo latir… orar por su sanación… Siente tu corazón.

Ahora puedes preguntarte:

No niegues ni rechaces esas emociones turbulentas y oscuras, pero obsérvalas desde la paz de saber que eres templo de Dios.

El desasosiego es como una cuerda que aprieta y ahoga de a poco, sin que lo notes.

El diablo sabe cómo enmarañarnos con pensamientos tóxicos y emociones dañinas. El odio, incluso el más leve resentimiento, no tiene cabida donde se busca la santidad. Decídete a cortar esas cuerdas, a partir de hoy a través de la oración.

  1. Lucha espiritual en lo cotidiano: “luchen, hijitos”

No hay verdadera santidad sin el combate espiritual que debemos afrontar cada día contra las tentaciones diabólicas. Estas tentaciones quieren llevarnos a vivir según las estructuras de pensamiento del mundo; y viéndolo todo desde nuestras heridas, las cuales nos llevan al egoísmo y a mentirnos a nosotros mismos.

La santidad no está en lugares remotos. Está en cada decisión, en cada mirada compasiva, en cada perdón ofrecido. Luchar por la santidad es elegir el bien cuando es más fácil ignorarlo. Es defender el valor sagrado de toda vida humana, comenzando con tu propia vida y con el cuidado de la vida de toda criatura.

Ahora puedes preguntarte:

  1. Agradecimiento y entrega: “¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

A través de estas palabras de gratitud la Madre nos enseña la buena educación, la amabilidad, así como también la capacidad de desarrollar la virtud del diálogo y de la comunicación.

Son muchos los creyentes que antes las dificultades o desentendimientos con algún hermano se encierran o se alejan. Y esto sucede porque aún no han detectado que viven bajo modelos mundanos de escape, de incomunicación y de falta de fraternidad. Todo eso impide responder de verdad al llamado de Nuestra Madre.

Si realmente sientes gratitud y si de verdad crees que has sido llamado a responder, pregúntate con tu corazón abierto a lo que la Reina de la Paz te pide: ¿qué cambios debo hacer?

Y cierra tu meditación con las palabras: “Gracias, Madre, por guiarme. Gracias, Dios mío, por este tiempo de gracia. Hoy elijo la paz; hoy elijo ser un mensajero de la paz a través de la escucha, el diálogo y la verdadera comunicación. Amén.”

Padre Gustavo E. Jamut, omv

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