Medjugorje – Virgen de Medjugorje

Peregrinos de Medjugorje: “En Medjugorje se siente la paz y la presencia de la Virgen”

El matrimonio francés formado por Marie Cécile y Rafael ha venido a Medjugorje con Denis, un organizador de peregrinaciones. La pareja vive en una localidad situada a 15 km de Lisieux, donde se encuentra el Santuario de Santa Teresita del Niño Jesús.

Como invitada en una transmisión de Radio "Mir" Medjugorje nos comentaba: "Tenemos tres hijos y seis nietos, cinco de ellos adoptados. Nuestra nieta natural se llama Zélie, como la madre de Santa Teresita. Habíamos oído hablar de Medjugorje desde el principio de las apariciones. Algunos de nuestros amigos vinieron y fue surgiendo en nosotros la necesidad de venir también. Al principio, como nuestros hijos eran pequeños, no podíamos venir. Una de las monjas que venía a Lisieux nos hablaba mucho de Medjugorje y fue así como conocimos a un guía que nos trajo por primera vez en noviembre del año pasado. En Medjugorje se siente la paz y la presencia de la Virgen. Comenzamos a ayunar todos los viernes junto con nuestro párroco y fue aquí donde aprendí a rezar el Rosario. Tras regresar a casa, sentimos la alegría de lo que habíamos vivido en Medjugorje. Antes de venir nunca rezábamos juntos y ahora todas las mañanas comenzamos el día rezando un misterio del Rosario. Me impresionó muchísimo también la imagen de tanta gente haciendo largas colas para confesarse. No estamos acostumbrados a ver algo así. Me confesé aquí cuando llegué por primera vez y fue una experiencia nueva."

Su esposo Rafael añadió que tras su primera visita a Medjugorje se sintió muy atraído por la Virgen. Le sorprendió ver a tantos jóvenes que venían a rezar.

Por su parte, Denis, el guía de esta peregrinación, trabajó como notario hasta los 50 años. Vino a Medjugorje por primera vez en 1996 y se convirtió en el Monte de la Cruz; desde entonces trabaja como guía de peregrinos: "Comencé a llorar sin saber por qué. No dejaba de repetirme que no era normal llorar sin motivo. La persona que estaba a mi lado me dijo que esas lágrimas eran un don de Dios, cosa que no me hizo mucha gracia oír. Regresé al año siguiente y decidí que no quería seguir trabajando como hasta ahora y justo tres semanas después, una agencia turística me propuso trabajar como guía de peregrinaciones. Llevo haciéndolo desde 1997 y ya he venido más de 120 veces. Me dedico a traer grupos, aunque a menudo también vengo solo o con amigos. En este lugar se siente una paz muy particular."

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