Hoy recordamos que la Palabra de Dios no es solo un libro antiguo, sino un manantial vivo de esperanza. Cada página encierra promesas, consuelo y guía para nuestro caminar diario.
La Palabra de Dios es esperanza porque nos recuerda quiénes somos y hacia dónde vamos. En ella encontramos fuerza para perdonar, valor para amar y fe para no rendirnos. Pero esa esperanza no está hecha solo para guardarla en el corazón: Está hecha para compartirla. Que seamos testigos vivos de lo que leemos, portadores de esa luz que brota del Evangelio. Que cada gesto nuestro sea una página nueva escrita con amor.