Hermanos,
¿Saben por qué María Reina de la Paz insiste tanto en la confesión? Porque ella conoce el poder del perdón. Sabe que cuando nos confesamos, el alma vuelve a vivir.
A veces creecmos que debemos estar limpios para acercarnos a Dios. Pero es al revés: nos acercamos para que Él nos limpie.
Ven como estás. Con tu herida, tu miedo, tu culpa. María te susurra al corazón: “Mi Hijo te espera. No para reprocharte, sino para restaurarte.”
¿Hace cuánto no dejas que tu alma respire? La confesión no es una sala de juicio. Es un hospital del alma.
Atrévete a soltar lo que pesa. Dios no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón.