La presencia diaria de la Virgen María en Medjugorje, por casi 40 años, es la más grande intervención de Dios, después de Pentecostés, en la historia de la humanidad. Y una vez reconocida la sobrenaturalidad del fenómeno por parte del Magisterio, será el acontecimiento eclesial que más realce dará a la figura de María en la historia. Recordemos que en Medjugorje, la Virgen María, le narró durante dieciocho meses su vida a los videntes. Y a Vicka, le pidió que lo pusiera todo por escrito. Vicka llegó a escribir tres cuadernos y espera la indicación de la Virgen para que “esta vida” sea publicada. Según Vicka, la Virgen le narró su vida desde su nacimiento hasta su Asunción a los cielos. Esta narración terminó en Pentecostés de 1983.
Otro dato interesante, es que los videntes afirman que la Virgen les dijo, mientras corría el año 1984, que el día del Bimilenario de su nacimiento era el 5 de agosto. Aquel mismo año, una de las videntes, Jelena, tuvo la siguiente visión de la Navidad, el 25 de diciembre. Esta visión aparece en el libro “Oren Juntos con el Corazón Alegre”, del Padre Slalvko, quien fuera Padre Espiritual de los videntes.
—“La Virgen me había prometido el 22 de diciembre, que el 25 me iba a mostrar como vivió la Navidad; y tuve la siguiente visión:
—Al inicio vi un ángel, que luego desapareció. De inmediato todo se volvió oscuridad y de la oscuridad, poco a poco, apareció un cielo estrellado. En el horizonte vi a alguien que se acercaba. Era san José con un bastón en la mano. Caminaba sobre una calle empedrada y en el fondo, hacia donde se dirigía, vi varias casitas iluminadas. Al lado suyo, vi un mulo, y sobre él, vi a la Virgen muy triste, mientras le decía a José: “Estoy muy cansada. Mucho desearía que alguien nos hospedara esta noche”. Y José contestó: “Allí hay casas. Pediremos allí”. Al acercarse a la primera casa, José llamó a la puerta. Alguien le abrió, pero apenas vio a José y María, cerró inmediatamente la puerta. Esta escena se repitió varias veces. Y en algún caso, para incitarle a María y a José que no llamaran a las puertas mientras se dirigían hacia sus casas, llegaron hasta a apagar las luces interiores. Ambos estaban muy tristes, y José particularmente estaba muy adolorido, confundido y turbado por todos estos rechazos. María en medio de su tristeza lo animó diciéndole: “¡José: conserva la paz!, ¡el día de la alegría ha llegado! Sin embargo, ahora deseo orar contigo porque hay mucha gente que no le permite a Jesús nacer!”.
“Después de haber orado, María dijo: “¡José, mira: allá abajo hay un establo! En verdad allí no duerme ninguno. Seguramente está abandonado”. Y de esta manera se dirigieron hacia allá. Adentro hay un mulo y allí también llevan el suyo delante del pesebre. Entonces, José recoge un poco de leña para encender el fuego. Luego coloca un poco de paja; pero el fuego se apaga inmediatamente, porque tanto la leña como la paja estaban sumamente húmedas. Mientras tanto, María, busca como calentarse cerca de los mulos.
Sucesivamente, se me presentó una segunda escena. El establo, que hasta ahora estaba poco iluminado, de pronto se iluminó como si fuera de día. Y de momento, cerca de María, vi al Niño Jesús recién nacido, mover las manitas y los piececitos. Tiene un rostro sumamente dulce; parece que ya sonríe. El cielo, por otra parte, se llena de muchas estrellas luminosas. Arriba del establo vi dos ángeles que llevaban en la mano algo parecido a una bandera grande, sobre la cual estaba escrito “¡Te glorificamos, oh Señor!”. Sobre estos dos ángeles, había un enorme ejército celestial que cantaba y glorificaba a Dios. Luego, algo distante del establo, vi un grupo de pastores que cuidaba su rebaño. Estaban cansados y algunos ya dormían. Y he aquí que un ángel se les acerca y les dice: “Pastores escuchen la buena nueva: ¡Hoy Dios ha nacido en medio de ustedes! Lo encontrarán recostado en el pesebre de aquél establo. Sepan que lo que les digo es cierto”. De inmediato los pastores se dirigieron hacia el establo y, habiendo encontrado a Jesús, se arrodillaron y le ofrecieron sencillos dones. María les agradece con dulzura y agrega: “Les agradezco por todo, sin embargo, ahora quisiera orar con ustedes porque muchos no quisieron acoger a Jesús que estaba por nacer”.
Después de esto, desapareció instantáneamente esta segunda escena y apareció la tercera. Vi en Jerusalén a los Magos que preguntaban por Jesús, pero nadie sabía darles información al respecto; hasta que vieron levantarse de nuevo la estrella cometa que los guiaba hasta el establo de Belén. Extasiados y conmovidos, observan al Niño Jesús, se inclinan rostro en tierra para adorarlo profundamente y luego le ofrecen dones preciosos. María les agradece y les dice: “Ahora deseo orar con ustedes porque muchos hombres no quisieron adorar a Jesús”.
Hasta aquí la narración de la Navidad según Jelena. Agregamos que ese mismo año, el 15 de diciembre, la Virgen sugirió los siguientes temas de meditación para los días de la Novena de la Navidad.
- Habran sus corazones, porque Jesús quiere habitar en ellos después de Navidad.
- Acojan la Navidad con alegría.
- Purifíquense para la Navidad.
- De ahora en adelante, permitan que Jesús ocupe el primer lugar en sus corazones.
- Permitan que sólo Jesús los colme de alegría.
- Permitan que el amor esté presente en cada una de sus palabras.
- Nace el Hombre – Dios que desea el mundo unido.
- Vivan en Jesús.
- No se aparten de la Navidad.
A continuación, algunos mensajes de aquel mismo año sobre la Navidad
16 de diciembre:
“Queridos hijos, ¡procuren que de la iglesia emane la fragancia de Navidad! ¡Y que la Navidad esté ya en los peldaños de su casa! Purifiquen sus corazones, de manera que estén listos para recibir a Jesús en Navidad. ¡No permitan que las cosas materiales tomen la delantera sobre la Navidad de Jesús! Queridos hijos, Jesús nace: ¡recíbanlo con un corazón alegre!”.
18 de diciembre:
“Queridos hijos, deseo que cada uno de ustedes prepare en su corazón el pesebre para Jesús”.
21 de diciembre:
“Queridos hijos, deseo que ustedes sean como una flor que florece en Navidad para Jesús; una flor que no se marchitará, y que nunca cesará de florecer aún cuando la Navidad haya pasado. Deseo que sus corazones sean como los pastores de Belén delante del pesebre de Jesús”.
25 de diciembre:
“¡Deseo que ésta sea para ustedes una Navidad luminosa!”.