Medjugorje – Virgen de Medjugorje

La oración por el sucesor de Pedro y por todos los pastores de la Iglesia

“Hijos míos, como Madre les digo: no pueden andar por el camino de la fe y seguir a mi Hijo sin sus pastores. Oren para que tengan la fuerza y el amor de guiarlos. Que las oraciones de ustedes estén siempre con ellos. Les doy las gracias”.[1]

Queridos amigos reciban hoy y siempre la Paz y la alegría de Jesús y de María

En numerosos mensajes, la Reina de la Paz nos pide de orar por nuestros pastores. De manera particular En estos días debemos renovar la oración pidiendo por los cardenales y por el Papa, sucesor de Pedro.

También las primeras comunidades cristianas se reunían asiduamente para orar, intercediendo por las necesidades de toda la Iglesia.[2]

Jesús le pidió a los apóstoles y a las mujeres a qué permaneciesen en Jerusalén unidos en oración;[3] lo cual vemos que se concreta en el libro de los Hechos de los apóstoles, antes de Pentecostés: “Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos”.[4]

La oración en comunidad y teniendo a la Virgen con ellos, los dispone interiormente para recibir una nueva efusión del Espíritu Santo, y recibiendo además el don de la “parresia” (franqueza y valentía apostólica) con el cual lograron superar el miedo y comenzaron a evangelizar.[5] Estos son dones de Dios sin los cuales el Santo Padre, ni los demás pastores, ni los evangelizadores laicos podemos producir frutos duraderos.

A esto se refería el Papa Francisco, cuando dijo: “La Virgen María nos enseña el significado de vivir en el Espíritu Santo y qué significa acoger la novedad de Dios en nuestra vida…María invocó al Espíritu con los Apóstoles en el Cenáculo: también nosotros, cada vez que nos reunimos en oración estamos sostenidos por la presencia espiritual de la Madre de Jesús, para recibir el don del Espíritu y tener la fuerza de testimoniar a Jesús resucitado”.[6]

Y ¡Cuanta necesidad tenemos en este tiempo de orar por nuestros pastores e ir preparando las próximas generaciones, orando por los seminaristas y consagrados, y por los jóvenes a quien Dios está llamando o llamará, gracias a tu oración y a la oración de cada grupo y comunidad!

En los días previos al Conclave, el Cardenal Re nos invitaba a orar y pedirle a Dios que conceda a la Iglesia un Papa capaz de despertar las conciencias, promover la unidad y encarnar el amor evangélico en un mundo que tiende a olvidar a Dios.  En este sentido debemos revalorizar el poder que tiene la oración de los bautizados laicos por el Papa, los obispos, y los sacerdotes.

En otros de sus mensajes, la Virgen nos recuerda la importancia que tuvo para Pedro el encuentro con Jesús y la experiencia de fe que produjo en su vida. Estos son dones que debemos pedir para nosotros y para los pastores de la Iglesia:

“Queridos hijos! Hoy los invito a orar por mis intenciones a fin de que los pueda ayudar. Hijitos, recen el Rosario y mediten los misterios del Rosario, porque también ustedes en su vida atraviesan por alegrías y tristezas. De ese modo, convierten los misterios en su vida, porque la vida es un misterio hasta que no la ponen en las manos de Dios. Así tendrán la experiencia de la fe, como cuando Pedro encontró a Jesús, y el Espíritu Santo le llenó su corazón. También ustedes, hijitos, están llamados a testimoniar viviendo el amor con que Dios los envuelve día a día con mi presencia. Por eso, hijitos, sean abiertos y oren con el corazón en la fe. Gracias por haber respondido a mi llamado.”[7]

En este mensaje, la Reina de la Paz nos recuerda que la experiencia del encuentro de Pedro con Jesús. Lo cual hizo que el Espíritu Santo llenase el corazón del primer Papa de su Divina Presencia. Esta efusión del Espíritu de Dios, ha de ser como un permanente Pentecostés. Y es un regalo de lo Alto que debemos pedir para el sucesor de Pedro, para todos los pastores y para todos los que a través del sacramento del bautismo somos Iglesia.

Cuidar a los Pastores

En el Evangelio, San Marcos nos muestra la preocupación de Jesús por el bienestar de sus apóstoles.  Recordemos cómo el Señor los envió de dos en dos a predicar por los pueblos de Galilea.

No los envía solos, sino de a dos. Cuando regresaron vio que estaban cansados.  Al verlos fatigados decidió llevarlos a un sitio tranquilo a descansar y les dijo, “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”[8].

El mejor modo de preservar a las ovejas sanas y fuertes es cuidando a los pastores, pidiendo al Espíritu de Dios, una gran porción de amor hacia ellos, sabiendo que también ellos experimentan el cansancio en algunos momentos de su vida y que el “lobo” tratará de atacarlos, para dispersar el rebaño y devorar las ovejas.

Por eso la palabra nos dice: “Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán”[9]

Así como los pastores deben atender al rebaño, las ovejas deben cuidar a sus pastores. Y los pastores deberían congregarse, a fin de ayudarse los unos a los otros a sanar sus heridas y para crecer.

Sabiendo que el diablo como león rugiente ronda buscando a quien devorar,[10] es esencial que todos, ovejas y pastores, nos cubramos a diario con la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, y pidamos diariamente y con frecuencia, su luz y su protección, para que nada, ni nadie nos robe la paz que Dios nos quiere dar, para que nosotros la llevemos a los demás.

El combate espiritual en el que estamos involucrados ya ha sido ganado por la Sangre Redentora del Cordero: “A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final. Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de luchar continuamente para acatar el bien, y sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de establecer la unidad en sí mismo”.[11]

 Este caminar debe ser con paz y con confianza, sin dar lugar al temor, pero sí a la prudencia.  Por eso el Señor dice: “No temas, pequeño rebaño, el Padre, en su bondad, ha decidido darles el reino”.[12]

Pastorear hacia Dios

El pastor (y esto también sirve para los coordinadores de grupos de oración) no guía a las ovejas hacia sí mismo, sino hacia Dios, que es el único que puede colmar de felicidad sus corazones.  El les enseña a escuchar la voz de Dios, quien les habla por medio de las Sagradas Escrituras, el Magisterio de la Iglesia, la tradición y también en lo más profundo de la conciencia.

“Escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo Pastor”[13]

El Papa Francisco incesantemente nos habló sobre la importancia de llevar la paz a todos, fomentando nuevos vínculos de unidad en la Iglesia.  Llevar la paz en primer lugar a todas aquellas personas que están a nuestro lado y también a quienes encontraremos en el camino de la vida, incluso a los desconocidos a quienes uno encuentra en las calles de la ciudad.  Y de manera particular a quienes se hallen más desprotegidos.

Pero ¿cómo podremos ser centinelas de paz, si ella no está primero en nuestros corazones?, ¿Y quién de nosotros puede decir que la tiene asegurada?  La paz se defiende, se construye día a día y se pide como don del Espíritu Santo: “La paz jamás es una cosa hecha del todo, sino un perpetuo quehacer. Siendo tan frágil la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno un constante dominio de sí mismo y cuidado por parte de la autoridad legítima”.[14]

 

Padre Gustavo E. Jamut

Oblato de la Virgen María

 

[1] Mensaje, 2 de julio de 2019 – Aparición a Mirjana

[2] Ref. Hechos 2:42-47

[3] Ref. Hechos 1:4

[4] Hechos 1:14

[5] Ref. Hechos 2

[6] Papa Francisco. Plaza de San Pedro. V Domingo de Pascua, 28 de abril de 2013

[7] Mensaje, 25 de septiembre de 2019

[8] Mc. 6,30

[9] Mc. 14, 27

[10] 1° Pedro 5, 8

[11] Gaudium et Spes, num. 37

[12] Lc. 12,32

[13] Jn. 10,16

[14] Concilio Vaticano II, Const.Past. Gaudium et spes, n. 78

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