En la actualidad da testimonio de ello y es profesora de religión. Reconoce que después de tantos años, es ahora cuando se siente verdaderamente feliz y bendecida en su vida. Gisella nos comentaba que vino a Medjugorje a darle las gracias a la Gospa, y que su madre fue siempre un pilar en la fe de su familia, educando a sus cuatro hijos en la fe. Vivió una bonita infancia, pero todo cambió en la adolescencia. Fue entonces cuando se vio atraída por el mundo, con todos sus desafíos. Gisella era muy guapa, y fue entonces cuando entró en el mundo del glamour. Ganó varios concursos de belleza, y quedó semifinalista en el concurso de Miss Argentina. "Esa vida era aparentemente atractiva y bonita, pero era una auténtica trampa del mundo. Yo siempre estaba triste, y mi madre me decía que lo pusiera todo en manos de Dios. Ella había estado tres veces en Medjugorje, y me enseñó a Nuestra Señora de Medjugorje, y me dijo que le diera las gracias a Ella por todo. Ahí fue donde comprendí que no es suficiente ser una buena persona, sino que además, el alma necesita estar llena de Dios. Cuando se tiene el corazón vacío es cuando dejamos que el mundo se empiece a apoderar de nosotros."