Medjugorje – Virgen de Medjugorje

Fue a Medjugorje por viajar, estaba alejado de la Iglesia… y ahora es sacerdote

Gianluca Brusatore creía en Dios a su manera, pero llevaba años lejos de la iglesia cuando un viaje a Medjugorje en 2014 lo transformó por completo. «Antes del verano de 2014, si me hubieran dicho que sería sacerdote, creo que me habría reído», ha comentado ahora que presenta su libro testimonio Sacerdote por milagro (en italiano, en Editorial San Paolo).

Aquel viaje a Medjugorje cambió su alma y su vida: con 37 años entró en el seminario, y con 44 fue ordenado sacerdote en la diócesis italiana de Novara, en 2022.

Hoy es párroco ayudante en Gozzano, y en su libro cuenta su testimonio, además de dar algunos consejos espirituales para personas que van descubriendo la fe con sorpresa, como le pasó a él.

“Antes de empezar el seminario viví y trabajé en Milán. Después de graduarme en Relaciones Públicas trabajé durante un año en una agencia de comunicación y ocho años en el Instituto Europeo de Diseño, ocupándome principalmente de orientar a estudiantes que elegían sus carreras. Yo era un joven muy normal. Tuve un relación importante con una novia y luego varias más”, explica.

Yo no era un modelo de vida cristiana típica”, dice, eufemísticamente.

No le faltaba la fe, pero recuerda que era “una fe a mi manera”. “Durante varios años me alejé de la Iglesia”, explica.

Sin embargo, a Gianluca le encantaba viajar, incluso solo. “Me gustaba la sensación de libertad al visitar lugares lejanos y conocer gente que no habría conocido si no hubiera ido solo”, recuerda.

“Pero ir a Medjugorje fue una decisión particular: recuerdo que mi madre me habló de eso, no sabía casi nada sobre ese lugar donde aparentemente no hay nada particularmente hermoso que ver. Y en cambio, durante ese viaje encontré al Señor”, dice hoy en Famiglia Cristiana.

Explica así lo que vivió en Medjugorje. “Fue una experiencia de amor como nunca antes había experimentado y comprendí con clara certeza que ese era el amor de Dios, que ese amor era Dios y lo reconocí presente de manera particular en los sacramentos. No había perdido la fe, había perdido la Iglesia y sólo en ese momento vi claramente cómo el Señor está vivo y presente y obra de manera especial precisamente a través de los sacramentos de la Iglesia”.

Lo describe como “la experiencia más increíble de mi vida, el encuentro con el Señor y con un amor nunca antes experimentado. Cuento los misteriosos acontecimientos que viví, las profundas consecuencias que esta experiencia tuvo en mí”.

Después pasaron más cosas, dice: “Señales, episodios misteriosos y una presencia clara en mi corazón que me pedía confiar y cambiar mi vida”.

¿Volver al mundo “como antes”? Ya no podía

“Cuando regresé al trabajo ya no era la persona que era antes. Sentí en mi corazón la invitación del Señor a confiar en él y cambiar mi vida”, recuerda.

Pronto entendió que lo que Dios le pedía no era solo su amor y amistad, sino una entrega especial, algo más.

“Mucha gente, empezando por mi madre, me dijo que muy bien podía continuar con mi trabajo y mi vida, con una nueva perspectiva, sin necesidad de un cambio tan radical. Por supuesto que podría haberlo hecho y hubiera sido lindo, tal vez incluso más fácil, pero no era lo que sentía en mi corazón. En cambio, sentí claramente que el Señor, con infinito respeto por mi libertad, me pedía algo más. Después de unos meses renuncié y comencé un proceso de discernimiento para confiar a la Iglesia lo que sentía, que era la vocación al sacerdocio. Al final de este camino, a la edad de 37 años, comencé el seminario en Novara, donde nací”.

Entrar en el seminario con 37 años, rodeado de veinteañeros, es una situación peculiar, aunque cada vez es más común. “No fue fácil volver a estudiar después de tantos años, pero una fuerza misteriosa pero real me acompañó, me guió en mi camino y me ayudó a superar dificultades que nunca hubiera podido afrontar por mi cuenta”, asegura.

Con María, servir a los jóvenes

En su libro quiere compartir el tesoro de la fe y de la vocación y la Iglesia, “porque me siento como alguien que ha encontrado un tesoro preciado y quiere compartirlo con la mayor cantidad de personas posible”.

Entre los temas espirituales que han llamado su atención destaca “las dificultades de la oración, del perdón, de perdonar a otros y a uno mismo”. El libro incluye experiencias recientes, acompañando a jóvenes a la JMJ de Lisboa en 2023, y a campamentos juveniles.

Su fuerte espiritualidad mariana y su devoción por la pastoral juvenil (ya en su anterior vida era orientador de jóvenes) encuentran expresión en una oración mariana que él reza, que escribió Ernesto Olivero, un padre de familia italiano que en 1964, con su mujer y unos jóvenes, fundó el Sermig (Servizio Missionario Giovani) para animar a la juventud a la generosidad social y evangelizadora.

«María: es en los jóvenes que comienzan el futuro.
Los jóvenes pueden tomar lo bueno del pasado y hacerlo presente.
En los jóvenes se siembra santidad, ingenio y coraje.
María, Madre de los jóvenes, cúbrelos con tu manto, defiéndelos, protégelos del mal,
encomiéndalos a tu Hijo Jesús y luego envíalos a dar esperanza al mundo».

Esa es la oración con la que él presenta a tantos jóvenes a la Virgen María, la que tocó su corazón en el santuario de Hercegovina.

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