Medjugorje – Virgen de Medjugorje

Fray Marinko Šakota: Reflexión del Mensaje del 25 de enero de 2025

Grupos de oracion en Medjugorje

“¡Queridos hijos! En este año de gracia los invito a la conversión. Pongan a Dios, queridos hijos, en el centro de su vivir y los frutos serán el amor hacia el prójimo y la alegría de testimoniar; y la santidad de su vida llegará a ser el testimonio verdadero de la fe. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

1- ¿Cuál es el primer mensaje de la Virgen?

El primer mensaje de la Virgen no son sus palabras, sino su venida a la tierra y su presencia.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué la Virgen viene a nosotros los humanos, del cielo a la tierra? ¿Cuál es el motivo de su venida?

Con su venida y su presencia entre nosotros, la Virgen nos dice: Vengo a ayudarlos, porque necesitan ayuda. No pueden hacerlo solos. Ustedes son mis queridos hijos. ¡Los amor! ¡Son importantes para mí! ¡Me preocupo por ustedes!

A partir de sus venidas y presencia, llegamos a conocer cómo y quién es la Virgen María:

De esto aprendemos lo que es el amor verdadero, así que nos mediremos con eso. La pregunta es la siguiente: ¿Somos indiferentes? ¿Nos importa si la Madre viene a nosotros o no, si respondemos a sus llamadas o no?

2- «En este año de gracia los invito a la conversión».

La Virgen María sigue el llamado del Papa Francisco para este año a ser misericordiosos. Lo hace porque ama y respeta a la Iglesia, porque es su Madre. No se limitó a llegar a una zona neutral, sino que eligió la parroquia de Medjugorje, y la parroquia es la unidad fundamental de la Iglesia. Nuestra Señora hace esto porque quiere la renovación de la Iglesia y, a través de ella, la renovación del mundo.

¿Por qué la conversión? Porque el Año de Gracia nos recuerda la primera llamada de Jesús: «¡Arrepientanse y crean en el Evangelio!» (Mc 1,15). Un ejemplo de conversión es el hijo menor o pródigo, que se ha alejado de su padre, de su hogar y se ha ido al extranjero. De hombre libre, pasó a ser esclavo y ciego. Su conversión comenzó cuando «recobró el sentido», cuando se dio cuenta de lo que había hecho. Entonces decidió volver con su padre, y eso es volver al hogar.

¿Necesitamos conversión? ¡Todos y cada uno de nosotros! Todos nos alejamos de Dios, de la oración, los unos de los otros. Hoy hay muchas pruebas, hay muchos desafíos, muchas tentaciones que nos atraen y nos alejan de Dios y de la oración, y la consecuencia es que no estamos en nuestro «hogar», y nos hemos convertido en esclavos y ciegos.

Por lo tanto, escuchemos a la Madre y emprendamos el camino de la conversión. «Vayamos a nosotros mismos», reconozcamos en nuestro corazón la lejanía de Jesús, de la oración, de la Palabra de Dios, de nuestro prójimo, de nuestro hermano, de los necesitados, de los que sufren…

3- «Pongan a Dios, queridos hijos, en el centro de su vivir y los frutos serán el amor hacia el prójimo y la alegría de testimoniar»

Estas palabras de la Virgen nos ubican ante la pregunta: ¿Quién y qué está en el centro de nuestras vidas? En casa podemos comprobarlo: ¿Está la tele en el centro? Si no es algo fijo, ¿tal vez sea teléfono celular (móvil)?

Una prueba más: ¿Quién y qué está en el centro de mi interior, en el corazón, en primer lugar? ¿Dónde está mi corazón, en qué está enfocado, a qué se dedica la mayor parte del día? ¿Por qué se esfuerza, qué quiere, qué es lo más importante para él, qué es lo que no quiere dejar ir, qué es lo que no quiere perderse?

Ahora entendemos lo que es la conversión: que Dios esté una vez más en el centro de nuestras vidas. ¿Cómo lo sabremos? Si comenzamos el día con oración, dando gracias a Dios por un nuevo día. Si nos entregamos a nosotros mismos y a nuestro prójimo al comienzo del día, encomendémonos a Dios. Si, como María, decimos: «Aquí estoy, Señor, hágase en mí según tu palabra, hágase tu voluntad en este día». Además, si damos gracias a Dios a la noche por el día que hemos vivido, si leemos las Sagradas Escrituras (podemos tomar las lecturas del día). Si la Santa Misa es indispensable los domingos…

Una prueba más: si Dios está en el centro de nuestras vidas, los frutos serán: Amaremos a nuestro prójimo y daremos testimonio con alegría de la experiencia de la fe. Si este no es el caso, significa que Dios no está (todavía) en el centro de nuestras vidas. Así que oremos para que así sea.

4- «Y la santidad de su vida llegará a ser el testimonio verdadero de la fe».

Ahora sabemos lo que es la santidad. La Virgen enfatiza el «verdadero» testimonio. Verdadero significa: No podemos hacer eso. Simplemente tiene que suceder. Si es verdad, no nos esforzamos, no «fingimos». Si nuestra vida se ha vuelto santa, impregnada de Dios, si Dios está verdaderamente en nuestro centro, no podremos hacer otra cosa que dar un verdadero testimonio de la experiencia de la fe.

Recordemos a nuestros padres: no pensaron que iban a dar testimonio. No hicieron proyectos. Simplemente vivieron la fe. Toda su vida era verdadera. No estaban divididos en vivir la fe yendo a la iglesia y otra vida diferente después de esa.

La pregunta es clara: Y nosotros, ¿damos testimonio de la fe y es verdadero este testimonio? Si no es así, este es un buen momento para que comencemos…

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