La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el domingo 14 de septiembre, fue celebrada solemnemente en Medjugorje con una misa en el Križevac. En este lugar, desde que se construyó la cruz, los feligreses celebran la santa misa desde hace más de noventa años y, desde hace más de cuarenta años, no hay país del mundo del cual no hayan venido peregrinos a este monte sobre Medjugorje con sus oraciones, promesas, agradecimientos, lágrimas… Y así, con sus pies —muchas veces descalzos— y con lágrimas, transforman la dura piedra herzegovina en piedras suaves, los padres cargan a sus hijos en brazos, las madres rezan el rosario… Así fue también este año. Los fieles suben al monte con sus oraciones, los padres cargan a sus hijos en brazos, las madres rezan el rosario… Aunque en el Križevac hubo principalmente peregrinos locales de Croacia y Bosnia-Herzegovina, también hubo peregrinos extranjeros, y desde las parroquias herzegovinas los peregrinos llegaron incluso a pie, para poder estar hoy en la celebración de la santa misa en este lugar sagrado.
“Todo lugar donde se encuentra una cruz es sagrado. Y cada vez que caminamos por la senda de la cruz, estamos en el camino de lo sagrado”, dijo antes del incio de la celebración eucarística el provincial de la Provincia Franciscana de Herzegovina, fray Jozo Grbeš.
Fray Jozo dijo en su homilía que: “La cruz nos lleva a reflexionar sobre Aquel que, en ella, cambió el mundo”.
“Cambió a toda persona que quiere seguirlo. En toda la historia de la existencia humana, sólo uno es conocido por la cruz. Sólo con su nombre se asocia la cruz. Sólo con Él está relacionado el ser crucificado. ¡Él mismo es la cruz! Sólo uno dio la vuelta al mundo. Y su nombre es Jesús. Él es provocación, inspiración y salvación para este mundo”, dijo fray Jozo, y añadió que “aunque el mundo está lleno de mentes inteligentes y lleno de sabios de todo tipo, lleno de filósofos de oriente y occidente”, solo Jesús llamaba a la humildad, a la cruz, al amor, a los últimos lugares…
Fray Jozo dijo también que dar la vida es una pérdida que vence, y que al dar, la persona siempre recibe, y que la historia recuerda a los que dan, no a los que toman.
“Ese Jesús de Nazaret, el que fue clavado en la cruz, se humilló a sí mismo para acercarse al hombre. Él ‘se humilló a sí mismo, obediente hasta la muerte, y muerte de cruz’ (Fil 2,6-11). Por esa humildad, Pablo nos dice: ‘Dios lo exaltó y le otorgó el nombre, el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra’. ¡Oh, cuán grande es esa humildad! ‘para que todo el que crea en Él tenga vida eterna’ (Jn 3,13-17). ¡Qué simple es esta fórmula! – hazte amigo de Jesús y tendrás la eternidad. Si la humildad trajo a Dios a la tierra, la humildad puede traerlo también a nuestra vida. Por eso, queridos cristianos, ustedes tienen un solo camino, y ese camino se llama humildad”, dijo fray Jozo Grbeš, y añadió que Jesús es el único ante quien doblamos nuestras rodillas.
“Cuando lo adoramos a Él, no adoramos a nada ni a nadie más. Ni a una persona, ni a una cosa, ni a un poder, ni a una idea. Si adoramos a otros, entonces no lo adoramos a Él. En su nombre nos levantamos, esperamos, sanamos, perdonamos, nos liberamos del mal, nos salvamos… ¡Su nombre da fuerza! En su nombre ocurre la salvación. Por eso, invoquemos su nombre”, invitó fray Jozo, y se refirió también al salmo 78 de hoy, en el que se dice: “No olviden las obras del Señor”.
“¡No lo olviden a Él! Pueden olvidar todo y a todos, pero no lo olviden a Él. Ninguna alma quiere ser olvidada. Esta cruz es señal de ello. Sí, es verdad: si no lo olvidan a Él, entonces no olvidarán a ningún ser humano. Él siempre nos da personas para que no estemos solos en el camino. Por otro lado, también es verdad: si lo olvidan a Él, de nada les sirven todos aquellos que recuerdan. Nos quedaremos solos. La realidad más dolorosa de la vida humana es quedarse solo. No sentir amor. No ser perdonado. ‘No me olvides…’ – clama todo ser humano. Por eso, queridos amigos, no lo olvidemos a Él. Si no lo olvidamos, entonces todo en nuestra vida se pondrá en orden. Es una fórmula sencilla de sabiduría”, dijo fray Jozo Grbeš, y al hablar del signo de la cruz, dijo también que en la cruz ocurrieron el perdón, la maternidad, la entrega…
“Que esta cruz aquí en el Križevac y toda cruz, en nuestro hogar o alrededor de nuestro cuello, sea signo de que lo seguimos a Él: que nos volvamos personas humildes, que vivamos el amor, que perdonemos todo a todos y que digamos: ¡Señor, mi vida en tus manos! ¡Yo confío en ti! No tenemos a quién más acudir, porque el mundo no perdona. ¡El mundo odia la verdad! Decir la verdad es muy peligroso en todos los tiempos, y en el nuestro aún más. El mundo mata. Ese mundo mató a un gran hombre de Estados Unidos, mató a Charlie, mata a los niños de Israel y Gaza, mata a los niños de Ucrania, los niños de Sudán, de Somalia, a millones de personas en todo el mundo. En muchos lugares, en cada parte del mundo, ese mundo mata.”
“Ese mundo que odia la verdad mató a fray Bernardin Smoljan, quien junto al pueblo de Medjugorje levantó esta cruz hace unos 90 años. En la vida siempre estamos eligiendo cada día, por eso elijámoslo a Él. Con Él, el ser humano está seguro. Con Él, nos será más fácil ser humildes y decir la verdad. Nosotros lo elegimos a Él. Cristo es amor. Si lo elegimos a Él, vivir será fácil y nos convertiremos en testigos”, reflexionó fray Jozo Grbeš, y al final dijo a la multitud de fieles en el Križevac: “Cuando miren la cruz, no olviden el amor, y todo lo demás se les añadirá.”