Ciudad de México fue el destino de la segunda visita al continente Latinoamericano del párroco de Medjugorje, fray Zvonimir Pavičić, donde llegó de madrugada el pasado 26 de mayo. Esta ciudad, junto con su área metropolitana, tiene más de 22 millones de habitantes. Esto la ubica como la mayor aglomeración urbana del mundo hispano hablante y de América. En el año 1535 la corona española crea oficialmente el Virreynato de la Nueva España y se estableció la ciudad de México sobre la antigua ciudad, y en 1545 fue declarada la capital del virreynato. Más del 77% de la población del país es católica, lo que hace un total de 98 millones de habitantes.
A escasos 50 metros de la Basílica de Guadalupe, al pie del Tepeyac, las hermanas Misioneras Guadalupanas de Cristo Rey abrieron las puertas de su convento para que el párroco de Medjugorje pudiera descansar del viaje. Ahí pudimos desayunar con la Madre Superiora, sor Fabiola de la Torre Castro que, a sus 87 años, todo en ella daba testimonio de su amor a Dios y a la Virgen. Nos contó con mucha alegría la historia de su comunidad, que fue fundada en 1930 en medio de la gran persecución que vivió la Iglesia mexicana. La comunidad cuenta con casas en varios países, y tienen un hermoso carisma de anunciar el Evangelio, el Reino de Dios, allí donde haga falta. Le contaba con mucho amor a fray Zvonimir de como ellas misionaban a lugares donde no había sacerdotes ni parroquias, se quedaban el tiempo necesario, incluso varios años, evangelizando, ayudando a las personas a preparar el corazón, para que llegado el momento pudieran tener un sacerdote, una comunidad parroquial. Luego continuaban su misión en otro lugar.
“En 2015 nos visitaron unos peregrinos croatas que vinieron en peregrinación al Santuario de Guadalupe, se quedaron en nuestra casa varios días. Nos regalaron un plato con el mapa y las regiones de Croacia, que conservamos en uno de nuestros salones sobre el piano”, recordó sor Fabiola, que sobre la visita del párroco de Medjugorje dijo: “Es una gracia de Dios para todas nosotras. Estamos muy felices de poder acogerlo, muy felices con su visita a Guadalupe”.
Fray Zvonimir le contó durante el desayuno sobre la comunidad franciscana en Medjugorje, sobre su provincia, de las numerosas vocaciones sacerdotales, sobre los peregrinos que van a Medjugorje y de la gran cantidad de mexicanos que visitan el santuario. Le manifestó también su alegría de poder visitar la Basílica de Guadalupe, y le agradeció por la acogida y el amor con que habíamos sido recibidos.
La madre superiora lucía muy jovial y sus palabras, su rostro, sus gestos, nos transmitían paz. Y que linda sorpresa fue conocer también a la hermana más longeva de la comunidad, sor Margarita Cortés Colin que, con sus 96 años y un espíritu muy alegre, vino a saludar y conocer a fray Zvonimir.
Luego de despedirnos de las hermanas, nos dirigimos caminando hacia la Basílica de la Virgen de Guadalupe, junto a Erika Sandoval, que unos minutos antes llegó para buscarnos. Erika es la coordinadora de la Fundación Centro Medjugorje en México, y junto a Leticia Llamas y varios hermanos más, se encargaron de la organización del retiro de sacerdotes y del Congreso Nacional.
Al entrar a la Basílica estaba por comenzar una solemne misa celebrando los 500 años de la presencia franciscana en tierras mexicanas. Fray Zvonimir se acercó a saludar al General de la Orden, fray Massimo Fusarelli, quien presidió la misa en concelebración de unos 200 sacerdotes franciscanos de todas las provincias de México. Antes de comenzar la Eucaristía, se leyó la carta que el Papa Francisco envió desde Roma para la ocasión.
Pudimos recorrer todo el santuario con la ayuda de René Taboada, quién nos guió y compartió que es guía hace más de 22 años, y que vive su vocación cristiana sirviendo a la Guadalupana de esta manera. La historia, los detalles, cada iglesia que tiene el santuario, por cada lugar que caminamos… René nos iba revelando las maravillas de un lugar que fue creciendo a lo largo de casi 500 años. Después de un tiempo de recorrer e ir subiendo el Tepeyac, llegamos a la capilla del lugar de la primera aparición, donde fray Zvonimir Pavičić se arrodilló delante del sagrario a orar unos momentos.
Se acercaba la hora en que fray Zvonimir iba a concelebrar la Eucaristía en el altar principal de la Basílica y nos dirigimos a la sacristía, donde se encontró con quién presidiría la santa Misa, el P. Eduardo Javier Torres Colín, y con el P. Irving Hernández Salas, sacerdotes que hace dos años asistieron al retiro de fray Jozo Zovko y que desde entonces le tienen un amor especial a la Reina de la Paz.
“Debemos abrirnos y darnos a Dios, ser de Dios. Y la que nos puede ayudar a esto es la Virgen María. Ella siempre fue toda de Dios. Cuando el ángel le preguntó si quería ser la madre de Dios, no le dijo que le diera un año para poder acomodarse, que esperara otro momento donde estuviera preparada, no. Le dijo que sí enseguida. Pidámosle a la Virgen María que nos ayude a darnos cada vez más a Dios, así como ella se dio por entera, siempre”, dijo al finalizar su homilía el P. Eduardo.
Fray Zvonimir bajó a dar la comunión a los fieles presentes, en una Basílica que estaba llena, como en cada eucaristía que vimos que se celebró. Al culminar la santa Misa, los sacerdotes se dieron vuelta y, mirando a la Virgen de Guadalupe, rezamos todos juntos el Salve a nuestra Madre. Momentos después, fray Zvonimir aprovechó a tomarse una fotografía junto a la imagen de la Guadalupana en la tilma de San Juan Diego, que está exhibida en el retablo del altar, para que todos los fieles y peregrinos pueden verla y orar ante ella.
El Santuario de la Virgen de Guadalupe es realmente muy hermoso. Debemos confesar que nos ha robado una parte del corazón, porque, aunque habíamos oído hablar de la historia de las apariciones a san Juan Diego, habíamos visto imágenes de la Basílica en tantos videos y fotos, de la tilma donde la imagen de nuestra Madre quedó grabada, nada se compara con la experiencia personal y la vivencia del corazón cuando uno peregrina. Dios nos ha sorprendido gratamente, y podemos ver como nuestra Madre del cielo, en todas sus apariciones, en cada país, en cada idioma en el que habló, siempre ha venido para que volvamos a Dios. Esto, revivirlo en cada santuario mariano, es realmente un regalo de Dios y una gracia que, en Guadalupe ha sido confirmada una vez más… ¡Dios es un Padre amoroso y nos ama con un amor inconmensurable! También resonó fuerte en nuestro corazón lo que la Virgen de Guadalupe le dijo a san Juan Diego, y que son también palabras para nosotros, para todos sus hijos: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?”.
Dijo fray Zvonimir de su visita al santuario de Guadalupe: “Me gustó mucho el haber tenido el acompañamiento del guía oficial del santuario quien nos contó la historia completa de los acontecimientos en Guadalupe. Me han impresionado mucho la basílica y las iglesias que son la expresión de la fe de la gente que respondió a la llamada de la Bienaventurada Virgen María. Lo que más me tocó fue la misma imagen, el sagrado ayate, frente al cual rezamos. Fue un sentimiento especial, en ese momento uno entrega todo lo suyo a la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, a su familia, a los hermanos frailes, a todos. Eso fue lo que más me impresionó especialmente porque pude concelebrar la misa en la basílica mayor y porque he visto a muchísimos frailes que celebraban los 500 años de la venida de los franciscanos a México, y porque pude ver al Ministro General. Eso me hizo sentir en casa”.
Y por si pudiera faltar algo más que nos dejara ver el amor de Dios a través de nuestros hermanos mexicanos, después de la santa Misa en la basílica, fuimos invitados a almorzar por Nacho Resendiz Chávez y su madre, María de la Luz Chávez, en el comedor que ellos tienen en ciudad de México, donde el P. Miguel Carrillo vino a almorzar también con nosotros y a conocer a fray Zvonimir. Pudimos probar la rica comida mexicana que realmente nos encantó y compartir con los demás presentes la sobremesa.
Antes de seguir viaje hacia Veracruz, fray Zvonimir Pavičić pasó a visitar la capilla del Espíritu Santo, de la que el P. Eduardo Javier Torres Colín es el párroco. Allí, se arrodilló a orar ante el sagrario unos momentos, para luego dirigirles unas palabras a unos veinte parroquianos que estaban allí presentes y se sorprendieron con su visita, ya que no estaba programada y por eso no se había avisado a los fieles. Fray Zvonimir los saludó, les dio su bendición y les dijo que estaba muy feliz de poder estar por primera vez en México y de visitar su capilla.