Es tan profundo el sentido de empezar el año con la solemnidad de María Madre de Dios. Es una enseñanza de inspiración maternal. La Iglesia como madre coloca a María para que nos guíe en la búsqueda del sentido de las cosas que hacemos a cada instante.

Es gratificante estar rodeado de todas las atenciones de una madre. Para cada uno el recuerdo de la mamá o la cercanía de la mamá es pleno por su manera de amar. Y ser amado por María Santísima y ser guiado por ella es todo un gozo en el corazón.

Debemos optar por acercarnos a Ella si es qué hay un distanciamiento. En su corazón podemos descubrir el gran templo que nos guardará de las asechanzas del demonio. Es una de las decisiones que no debemos demorarnos en tomar. Y refugiarnos en lo más íntimo de su alma. Es el mejor lugar, ya que Ella siempre tendrá a su Hijo en sus brazos, el cual hará de puerta pues Él lo dijo: “Yo Soy la Puerta de las ovejas” Jn 10, 7. De modo que no hay otro lugar mejor para estar.

Ahora que estamos empezando este nuevo año vayamos a su corazón y no salgamos de el. Si logramos hacer eso, se convertirá en el lugar más seguro del universo pues Jesús será la puerta y Ella será los cerrojos que aseguran que nadie pueda abrir esa puerta, pues los brazos de María es el cerrojo y la clave son las palabras del Maestro: “Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano” Jn 10, 28. María, en el mensaje de 2 de enero de este año, dice que la fe de unos se acaba pero también sabe qué hay quienes aún creen e “intentan acercarse lo más posible a mi Hijo… de esta manera, me buscan a mí.”

Creo que nuestra Madre resume mejor lo que intenta transmitir cuando nos dice: “Los conduzco maternalmente a adorar a mi Hijo, a amar conmigo a mi Hijo; a que sus pensamientos, palabras y obras se orienten hacia Mi Hijo y que éstos sean en Su nombre. Solo entonces mi Corazón estará colmado. ¡Les doy las gracias!” (02/01/2019). El corazón de la Madre es ese lugar tierno y dulce destinado para todos los hijos que lo deseen.

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