Don Ivan Filipovic, sacerdote en la Comunidad Cenáculo Todos los jóvenes que han pasado por la comunidad del Cenáculo estaban perdidos. Estaban con el corazón muerto. De esta muerte han regresado en la plenitud de la vida. La única manera que el hombre vuelve de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, es el encuentro con Jesús Resucitado quien venció a la oscuridad y la muerte. Creo que todos los jóvenes que han pasado por la comunidad del Cenáculo experimentaron el encuentro con el Resucitado, con su amor. Aquello que los jóvenes de hoy necesitan es el encuentro con el amor, ser amado, permitir que el Señor nos ame. Los jóvenes no quieren que se les hable de perdón, si no que se les perdone.
Tenemos que amar ahora, hoy, en este momento
María dijo en Cana: haced todo lo que Jesús os diga. El Señor nos habla a través de su palabra, a través del Evangelio, nos a dicho tantas cosas y nos sigue hablando, pero la esencia de su mensaje es el amor. No existe el amor más grande que dar la vida por nuestros amigos. Este es el mensaje de Jesús, esto es lo que intentamos vivir en la comunidad, ser los instrumentos en las manos de Jesús para aquellos que vienen a nuestra puerta. Los jóvenes se preguntan muchas veces: ¿Que nos habla Jesús?, ¿Cual es la voluntad de Dios?. A menudo es difícil responder a estas preguntas. Buscamos los signos, nos preguntamos como será nuestro futuro. A menudo vivimos en el pasado, pensamos porque sucedió esto y aquello, el porque hicimos algo a los demás. Pensamos lo que tenemos que hacer mañana, hasta que no comprendemos que tenemos que amar ahora, hoy, en este momento. Hablo de esto porque deseo que todos de esta manera encuentren a Jesucristo.
Jesús vive en todo aquello que hacemos por los demás
El Amor esta entre nosotros, Cristo esta entre nosotros y por eso que venimos a Medugorje. María en Medugorje nos dice: haced lo que el os diga, amaos unos a otros. Yo creo que este amor existe. Necesitamos vivirlo en nuestro corazón, por ese amor estamos aquí. Permitamos que María nos enseñe amar más. El Evangelio nos habla de Jesús como el pan de la vida. Jesús es el pan de la vida, lo necesitamos. El nos libera de nuestros egoísmos, El es la respuesta a todas nuestras necesidades. Este pan de vida no son solamente la Eucaristía y la palabra de Dios, si no también cada gesto que hacemos unos a otros. Cuando perdonamos a alguien, Jesús esta vivo entre nosotros. Cuando abrazamos a alguien, Jesús esta vivo entre nosotros. El está en este abrazo, está en esa sonrisa, el vive en nuestro amor mutuo. Yo encontré el amor de Jesús en la comunidad. Antes de ser consciente de su presencia, El ha llegado hacia mí a través de los gestos concretos de las personas que encontraba en mí camino. En la Adoración me di cuenta que la gente tiene a Jesús en su corazón. Mi corazón frío y egoísta lleno de la droga a experimentado el amor de Jesús.
Llevar a Cristo vivo
En todas nuestras ciudades, en todas nuestras familias, deberíamos a llevar a Cristo vivo, para que podamos amar a todos aquellos que necesitan de nuestro amor, especialmente a los jóvenes. Los jóvenes de hoy no desean palabras espectaculares y grandes conferencias. Ellos necesitan en el diálogo del amor comprender el amor de Cristo. En este caso, pienso especialmente en los jóvenes que estaban perdidos como yo. Muchísimos perdieron la vida verdadera, pusieron el dinero y las ambiciones en el centro de sus vidas. La sociedad en que vivimos nos obliga a poner los valores equivocados en el centro de nuestra vida. En nuestra Croacia que es grande como la ciudad de Milán en Italia, existen 29.000 jóvenes adictos. Ellos esperan que alguien les diga que Jesús esta vivo, que Jesús es amor. Ellos se preguntan como salir de su oscuridad.
Allí esta nuestro deber. No podemos ser cristianos solamente en los papeles, solamente en las listas. El verdadero cristiano lleva a Jesús en su corazón y da el testimonio con su vida, y si es necesario llega a la cruz. Los jóvenes necesitan el testimonio de nuestro amor. A Medugorje no venimos a por algo exterior, si no para escuchar la palabra de Dios y celebrar los sacramentos. A Medugorje no venimos de excursión, si no para llevar el amor de Dios a nuestras casas. Tenemos que llevar el amor de Jesús a nuestras casas. No nos podemos quedar callados, tenemos que testimoniar. Seamos los profetas de los nuevos tiempos. Digamos al mundo que Cristo hoy también vive.
(Glasnik mira, número 5 Traducido por Sandra Barisic)