Se muda a Estados Unidos cuando tiene 17 años. “Empiezo a coquetear con todo lo que tiene que ver con el mundo, drogas, alcohol, salir de fiesta”, recuerda. De Boston viaja a Miami y se queda sola en una casa y justo en ese momento entra en la universidad. El tratar de encajar en un país nuevo donde no tenía ni familia ni amigos le llevó por un camino lejos de Dios. Sus amistades de entonces le cuestionaban quién era Dios y por qué acudía a misa.
Testimonio de la mano de El Rosario de las 11 PM