OREN POR LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO
Jesús antes de la Ascensión, les dijo a sus discípulos que no dejaran Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre, porque recibirían la fuerza del Espíritu Santo y serían Sus testigos, no sólo en Jerusalén, sino hasta los confines de la tierra. Hecha esta recomendación, Jesús ascendió al Cielo (cf. Hch 1, 4-9). Los discípulos y los apóstoles se prepararon para esa venida. No estaban solos, con ellos estaba también María, la Madre de Jesús. De todos los presentes sólo Ella tenía la plenitud del Espíritu Santo, que descendió sobre Ella en el momento de la Concepción de Jesús, y sin duda animaba a los discípulos a que no temieran y los alentaba a orar persistentemente. Antes de la venida del Espíritu Santo, los apóstoles y los discípulos eran temerosos, llenos de miedo. Cuando descendió sobre ellos el Espíritu Santo, ellos cambiaron y de discípulos temerosos se convirtieron en audaces testigos de Cristo. Comenzaron a dar testimonio de lo que vieron y escucharon mientras estuvieron junto a Jesús. El fuego del amor y la verdad que en ellos se encendió, los animó a comenzar inmediatamente el anuncio de la Buena Nueva.
En el mensaje del 25 de mayo de 2009, la Virgen también nos invita a nosotros a orar por la venida del Espíritu Santo en cada criatura bautizada. Con el bautismo nos hemos convertido en hijos de Dios y entramos en comunión con Jesús y su obra de redención. La Virgen nos invita a la oración, porque la oración es un medio a través del cual se abren nuestros corazones para que en ellos actúe el Espíritu de Dios. Toda apertura al Espíritu Santo conduce a la restauración de la vida espiritual y nos anima a dar testimonio de nuestra fe. Los cristianos hemos sido llamados para que en este mundo seamos portadores del mensaje de Dios, de la Palabra de Dios y que anunciemos los actos del amor de Dios. En eso nos ayuda María, nuestra Madre e intercesora, quien es una maestra de la oración al Espíritu Santo. Junto con María, oramos para que el Espíritu de la Verdad y del Amor actúe en nosotros y alrededor de nosotros, para que nos enseñe y nos haga más fuertes a fin de vivir una nueva vida según la voluntad de Dios.
Fr. Danko Perutina
Medjugorje, 26.5.2009