La Virgen nuevamente cumple con su cita de darnos el mensaje mensual. Las apariciones de Medjugorje cumplen 29 años 5 meses y un día. Los tres videntes que aún tienen el don de ver a la Virgen cada día (Iván, Vicka y Marija) no saben por cuánto tiempo más continuarán con este privilegio. Mirjana tiene la aparición anual el 18 de marzo e Ivanka el 25 de junio. Jakov ve a la Virgen una vez al año cada 25 de diciembre. Por tal razón, esperamos para la próxima Navidad dos mensajes.
En el mensaje del 25 de octubre pasado la Virgen dijo: “¡Queridos hijos! Que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración. Mi invitación quiere ser para ustedes, hijitos, una invitación para que se decidan a seguir el camino de la conversión, por eso oren y pidan la intercesión de todos los Santos. Que ellos sean para ustedes ejemplo, estímulo y alegría hacia la vida eterna. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!." Pero en el mensaje de este 25 de noviembre destaca dos cosas diferentes. 1. Mira y ve “en el corazón muerte sin esperanza, inquietud y hambre.” 2. Destaca que “no hay oración ni confianza en Dios." Si se unen estas dos observaciones al mensaje del mes pasado parece obvio que la Madre se lamenta toda vez que la mayoría no toma con seriedad sus mensajes.
Se recuerda que la Virgen cuando habla lo hace en forma genérica. De seguro, muchos han tomado con seriedad sus llamadas, pero otros no. Sólo la Virgen sabe qué porcentaje de quienes escuchan sus llamadas las ponen en práctica. No obstante, por el tenor del mensaje de este mes, parece obvio que la gran mayoría permanece indiferente. Y no sólo a lo que Ella dice sino al mismo evangelio, que es peor.
Todos sabemos que el mensaje más importante de Medjugorje es la conversión. La Virgen lo recordó el mes pasado y el mensaje de este 25 de noviembre va en la misma dirección. Las expresiones: “muerte sin esperanza, inquietud y hambre” hacen referencia a los corazones endurecidos, apartados de Dios; a los corazones que se obstinan en el pecado, en el egoísmo. Cuando el hombre se separa de Dios experimenta la muerte del alma. El pecado es una máscara, una mentira, un engaño pasajero que trae como consecuencia soledad, frustración, vacío… En suma: muerte interior que destruye la esperanza. Es lo que la Virgen observa desde el cielo y es innegable que desea cambiar las cosas. Pero se destaca también que la Madre no puede hacer nada si el hombre no se lo permite. Dios para actuar en el hombre necesita de su colaboración.
En el mensaje también dice: “no hay oración ni confianza en Dios." Es la otra cara de la moneda. Cuando el hombre se separa de Dios y peca: automáticamente va perdiendo el interés por la oración y la confianza en Él. La gente que no ora se hace daño a sí misma y hace daño a los demás. La Madre se lamenta de que la gente no encuentre el tiempo ni el espacio para la oración, y por tal motivo, perderá siempre la confianza en Él.
En el mensaje la Virgen recuerda una vez más que Ella está con todos, no por iniciativa personal, sino porque Dios la envía. Ha dicho: “por eso el Altísimo me permite traerles esperanza y alegría." Además, recuerda que quien se pone en sus manos triunfa. El mensaje es una exhortación a confiar en Su amor y a no tener temor de acogerla como Madre y Reina del corazón. La Madre espera que sus hijos le den la oportunidad de ayudarlos y que le permitan enseñarles a amar a Dios.
El discípulo de María se distingue por la paz, al amor y la alegría que irradia. No por la devoción que tenga hacia Ella ni por la cantidad de rosarios que rece cada día o por las veces que peregrine a sus santuarios. Desde luego, que todo eso es importante, pero más importante es amar, perdonar y vivir en la alegría. Es lo que la Madre espera de sus hijos. Por eso hay que tomar en serio la conversión. La conversión significa: abrirse a los proyectos de Dios que son siempre amor, esperanza y alegría.
En el mensaje la Madre dice: “Ábranse. Abran sus corazones a la misericordia de Dios y Él les dará todo lo que necesitan y llenará sus corazones con la paz, porque Él es la paz y su esperanza.” Curiosamente en el mensaje de este mes la Virgen no ha dicho “oren” sino “ábranse”, y es porque la apertura del corazón precede la oración y la experiencia de Dios. San Agustín decía: “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti.” En otras palabras, el hombre que no se abre a Dios no puede orar debidamente y por ende, tampoco lo podrá experimentar. Entonces, es el hombre que debe abrirse al Creador porque ya el Creador tomó la iniciativa de ir en su búsqueda.
¿Cómo abrirse a Dios?
1. La decisión. Se puede escuchar cientos de veces la necesidad de abrirle el corazón a Dios, pero sin la decisión personal es imposible. El hombre debe tomar la decisión porque Dios no infringe la voluntad. Dios espera que el hombre le diga: “aquí estoy, estoy dispuesto”. “Hoy tomo la decisión de permitirte entrar a mi vida, a lo más profundo de mi existencia, a que vengas a morar a mí.”
2. La humildad. Sin la humildad es imposible permitirle a Dios entrar al corazón, por dos razones: porque Dios es humilde y se manifiesta en los que son como Él, y luego: porque la humildad es la disposición necesaria, la virtud que Él escogió para entrar y morar en las almas.
3. El abandono completamente a la gracia de Dios, que no es otra cosa que la actitud de entrega sin reservas a Su amor, porque en el fondo lo que Dios desea, es que todos experimentemos cuánto nos ama. El hombre progresa espiritualmente en la medida que experimenta el amor de Dios y no por cuánto más sabe o por cuánto más hace; y menos por cuanto más tiene.
4. La petición. Súplica humilde por el cual el alma le pide a Dios que le visite, que descienda hasta las profundidades remotas de su existencia.
Estos pasos se siguen en quietud y paciente espera.
La Virgen también dice en el mensaje, que hay que abrirse a la misericordia de Dios. Esta llamada tiene dos matices. Por un lado es una exhortación a reconocer este importante atributo de Dios. A santa María Faustina, Apóstol de la Misericordia Divina Jesús le dijo que “la misericordia es el más grande atributo de Dios." En el mensaje la Virgen nos invita a reconocerlo y por tal razón, a no temer de acercarse a Ella. Pero por otro lado, también es una invitación a reconocer el pecado. Porque el alma que le pide perdón a Dios y se arrepiente de sus faltas es quien experimenta la misericordia de Dios. Por ello el mensaje también es una invitación a acercarnos al sacramento de la Penitencia y en esta ocasión en orden al misterio de la Navidad que ya se acerca.
El hombre que da el paso de acercarse a Dios, Dios lo recompensa. La Virgen dice: “Él les dará todo lo que necesitan y llenará sus corazones con la paz porque Él es la paz y su esperanza." Precisamente lo que el hombre de hoy busca afanosamente en el mundo es lo que Dios le ofrece, sin embargo no todos lo reconocen.
Oremos:
Oh Señor. Hago un acto de fe muy grande en tu presencia amorosa. Yo se que estás conmigo. Muchas personas en el mundo me han fallado, y también yo Te he fallado. También me he fallado a mí mismo. Sin embargo, sé que Tú me perdonas y tienes la disposición de ayudarme.
Yo en este preciso momento me abro a Tu amor. Reconozco que muchas veces las puertas de mi corazón han permanecido cerradas a Él. Hoy te digo: ¡Basta, quiero que entres a mi corazón! Quiero que mores en mí como moraste en el alma de María Tu Hija fiel. Quiero que desciendas a lo más profundo de mi corazón. No quiero vivir más en el pecado. De ahora en adelante quiero pertenecer sólo a Ti porque sé que guiarás mi vida hacia la plenitud. Quiero acogerte una vez más como mi Señor, mi Dios, mi Salvador.
Oh Jesús, también te abro las puertas de mi corazón sin reservas; a todo lo que hiciste por mi salvación y la de mi familia. Jesús, yo quiero que estés siempre en mi corazón. No permitas que mi corazón se divida, que coexistan la tiniebla y la luz. Nuevamente Te acojo como mi Salvador. Te doy gracias por todo lo que padeciste por mí. Por Tus afrentas y Tu muerte. ¡Gracias Señor porque no tomas en consideración mis faltas sino la fe que en este momento deposito en Ti! Ayúdame a romper para siempre con el pecado y con todo lo que me separe de Ti. Quiero celebrar esta Navidad diferente: con más amor, con más alegría y con más paz. Por eso hoy vengo a Ti. Yo sé que Tú eres el único camino que hace feliz al ser humano en la tierra. No permitas Jesús que mi corazón se desvíe del camino de la luz. No permitas que las tinieblas me arrastren por el camino equivocado, quiero pertenecer completamente a Ti.
Oh Espíritu Santo, llena mi corazón de Tu amor. Me abro plenamente a Ti, a Tus dones, a Tus carismas, a Tus frutos. Ven y visita mi corazón. Disponme a perdonar a quien a lo largo de mi vida me ha ofendido. A no guardar rencor a nadie y que pueda irradiar tu paz a todos. Te necesito, Oh Espíritu Santo. Tú eres el Consolador, el Dulce Huésped del alma.
María,¡ gracias por venir cada día a la tierra y hablarle a mi corazón! Las palabras de este mensaje eran las que yo necesitaba. Nuevamente me has ayudado a levantarme, a darle a Dios el primer lugar en mi vida. Nuevamente me consagro a Tu Corazón Inmaculado para adelantar su triunfo en el mundo. ¡Gracias María! Te acojo nuevamente como mi Madre y la Reina de mi corazón.
P. Francisco A. Verar